Una empresa no es solo una marca, un producto o una idea. Es también una estructura jurídica que permite operar, asumir riesgos, establecer vínculos contractuales y proteger intereses patrimoniales. La elección de esa estructura, en términos societarios, no debe responder únicamente a una cuestión formal o registral, sino que debe pensarse como parte de la estrategia general del negocio.
En este sentido, la estructura societaria del negocio cumple múltiples funciones: organiza internamente la relación entre socios, delimita responsabilidades, facilita la captación de inversión y puede ser una herramienta clave para escalar o incluso para vender la compañía en el futuro. Ignorar su impacto o limitarse a una figura por “simplicidad” puede derivar en conflictos societarios, riesgos fiscales o pérdida de oportunidades de crecimiento.
¿Por qué importa la estructura societaria?
En el ecosistema emprendedor o de pymes tecnológicas es habitual que el foco esté puesto en la operación: validar productos, ganar mercado, contratar talento, buscar inversores. En ese contexto, las decisiones legales suelen postergarse o resolverse de forma apurada, eligiendo estructuras que no reflejan la lógica real del negocio.
Sin embargo, una estructura jurídica bien pensada:
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Establece reglas claras de funcionamiento interno.
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Define responsabilidades y derechos de los socios.
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Permite diseñar estrategias de capitalización o entrada de nuevos socios.
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Mejora la imagen frente a inversores, bancos o aceleradoras.
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Sirve como herramienta para prevenir conflictos futuros.
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Aporta orden documental y cumplimiento normativo.
En otras palabras: no se trata solo de “tener una sociedad”, sino de tener la sociedad adecuada para lo que el negocio necesita hoy y lo que puede proyectar mañana.
Pactos de socios: el verdadero “reglamento interno”
Más allá del tipo societario elegido, resulta esencial definir reglas claras entre los socios. Para eso existe el pacto de socios o acuerdo de accionistas, un instrumento privado que regula temas que normalmente no se detallan en el estatuto:
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Derechos de preferencia y veto
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Distribución de dividendos
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Condiciones de salida y derecho de arrastre
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No competencia y dedicación exclusiva
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Mecanismos de resolución de conflictos
Contar con un buen pacto de socios es tan importante como elegir la estructura societaria del negocio, ya que permite prevenir disputas futuras y ordenar la vida interna de la empresa.
Alternativas societarias más utilizadas
El derecho societario argentino ofrece distintas figuras legales para estructurar un negocio. Entre las más utilizadas encontramos:
• Sociedad por Acciones Simplificada (SAS)
Creada con el objetivo de ofrecer agilidad a emprendimientos y startups, permite constituirse 100% digital, tener uno o varios socios, emitir diferentes clases de acciones y establecer pactos flexibles en su estatuto. Es una opción eficiente, aunque en CABA debe cumplir actualmente con los controles de la IGJ, lo que exige mayor formalidad.
• Sociedad de Responsabilidad Limitada (SRL)
Una estructura tradicional, especialmente útil para negocios con pocos socios. No permite la emisión de acciones, pero otorga buena protección patrimonial y puede ser suficiente para empresas que no buscan inversores externos ni apertura de capital.
• Sociedad Anónima (SA)
Diseñada para estructuras de mayor complejidad, permite emitir acciones, armar directorios, crear sindicaturas y tiene mayor aceptación en operaciones de fusiones, adquisiciones o ingresos de capital institucional. Aunque su constitución y mantenimiento requieren mayor formalidad, ofrece robustez jurídica.
• Otras formas contractuales
En algunos casos se utilizan fideicomisos, asociaciones simples o unipersonales para casos puntuales, aunque presentan limitaciones para operar a escala o acceder a beneficios fiscales.
Estructura societaria y planificación fiscal
Cada tipo de sociedad tiene implicancias fiscales diferentes: régimen impositivo, deducciones, obligaciones de facturación, carga laboral, etc. Por eso, al diseñar la estructura societaria también debe evaluarse su impacto tributario, no solo a nivel de la sociedad sino también en relación con los socios.
Una estructura eficiente desde el punto de vista legal pero que genere una carga fiscal desproporcionada puede poner en jaque la viabilidad del negocio.
Estructura jurídica en empresas tecnológicas y SaaS
En el caso de empresas que prestan servicios tecnológicos, desarrollan software o comercializan soluciones en la nube, el análisis debe incluir elementos adicionales:
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Protección de propiedad intelectual
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Control sobre licencias y usuarios
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Acuerdos de confidencialidad y uso de datos
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Internacionalización del servicio
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Participación de inversores ángeles o fondos
La estructura societaria del negocio en estos casos debe ser suficientemente flexible para incorporar nuevas rondas de inversión, permitir el ingreso o salida de socios con agilidad, y garantizar la seguridad jurídica de los activos intangibles.
Cambios de estructura a lo largo del ciclo de vida del negocio
Es habitual que una empresa inicie con una SAS o SRL, y con el tiempo requiera transformarse en una SA o adoptar un esquema más complejo, por motivos fiscales, regulatorios o estratégicos.
Esa transición debe estar prevista desde el inicio. Una estructura mal diseñada o rígida puede generar costos adicionales o dificultar una expansión posterior.
Pensar la estructura societaria como una herramienta de gestión es clave para construir una empresa legalmente sólida, con bases claras para escalar, protegerse y sostener vínculos de largo plazo entre socios, inversores y colaboradores. En Lexar acompañamos a nuestros clientes para que esa estructura sea coherente con la realidad operativa del negocio y al mismo tiempo proyecte sus posibilidades futuras.
Si querés conocer cómo acompañamos a nuestros clientes en todas las etapas del ciclo societario, visitá nuestra sección de Derecho Societario.